Conservar el patrimonio arquitectónico del siglo XX es un reto complejo y difícil. Complejo porque, a diferencia de la arquitectura histórica, las construcciones del último siglo son muy variadas en sus materiales, especializadas en sus espacios y fueron pensadas para que duraran media centuria. Difícil porque están especialmente amenazadas por los procesos urbanos, muchas veces no están adecuadamente protegidas y ni siquiera en muchos casos están suficientemente valoradas por la sociedad.[Texto tomado de la introducción al congreso]Ver criterios
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